03 noviembre 2009

AH MIRÁ, DESPUÉS DICE QUE NO TIENE PLATA

Queridos hermanos, me salió un viaje relámpago a Roma, a la casa de Mónica Bellucci que se le rompió el inodoro. Para que se entretengan les dejo un clásico post de Con V de Mondiola que capaz que no conocían o capaz que sí, o capaz que sí pero no se acordaban y dicen "ah, mirá, yo no me acordaba el final" o capaz que dicen "si, ponete así que me hacés mal la rodilla, ahí, bárbaro, quedate quieta", o capaz que no dicen nada, que se yo, ya me perdí. La cosa es que les dejo un repe hasta que vulva... hasta que vuelva.


LA TERRIBLE MALDICIÓN DE CACHO CASTAÑA
No sé que música escucharán ustedes (supongo que Richard Clayderman o música de películas como los cazafantasmas), pero yo, dentro de mi variadísimo abanico musical, escucho a un ícono nacional, el magnífico Cacho Castaña. Y así estaba el otro día, tirado en el sofá con las patas sobre la mesita ratona, escuchando “Cacho de Buenos Aires” cuando, precisamente al finalizar el tema “Septiembre del 88”, la contestadora me dice con su voz digital: “Usted tiene un mensaje nuevo”.

Fui a ver los mensajes y tenía varios:
Mensaje 1: “Hola, lo llamamos para avisarle que nos debe ya 6 cuotas del tv de plasma...”
Mensaje 2: “Hola, me llamo Carmen y estoy juntando fondos para conformar la Asociación de Remiseros de Paraná. Si usted quiere colaborar comuníquese con el ... ”.
Mensaje 3: “Somos dos gemelas hermanas bisexuales que incluso lesbianeamos entre nosotras y nos gustaría pasar un mes recontra hot con vos haciéndote el amor día y noche”.
Mensaje 4: (con la voz de Cacho Castaña “¡Cagaste, pibe!”. Uhhhhhhhhhh.

Ahí me acordé de algo que me heló la sangre. Una historia que escuché de chico que decía que ese disco estaba maldito, y que cuando terminaba la canción “Septiembre del 88”, cuando terminaba, recibías una llamada de un tipo con la voz de Cacho Castaña que decía “¡Cagaste, pibe!” y desde ahí te empiezan a pasar cosas malas durante 7 días, hasta que ese séptimo día, tocan a tu puerta, abrís y aparece Cacho Castaña en persona que te clava un cuchillo en el corazón mientras entona “La gata Varela”.
Lo peor de todo es que sólo hay una manera de zafar de la maldición: someterse a los arbitrarios deseos de la torrentosa líbido de Cacho Castaña.

Proceso de investigación telefónica promovido por el susto.
Resultado: ¡DOCUMENTOS DESGARRADORES!
¡Testimonios Reales de malditos por Cacho Castaña!


Mariana, del Barrio Sur
“Yo escuché Septiembre del 88 cuando estaba embarazada de nueve meses. Justo cuando terminó el tema recibí una llamada de Cacho Castaña, y aunque lo quiero mucho, me asustó por que me dijo de todo. Al toque tuve mi nena, pero nació en coma 4 irreversible. Pero por suerte, cuando vino Cacho, envés de matarme, me hizo una propuesta y como me gusta tanto que no me pude resistir y me libré de la maldición y ¡fue un milagro! Mi beba no sólo se recuperó sino que además empezó a hablar inglés, italiano y francés. Es creer o reventar”.

Mariano, del Barrio Norte
“Una vez escuché ese tema mientras me trataba de sacar un ojo de gallo y cuando terminó la canción me llamó Cacho Castaña en persona para putearme. Al otro día vuelvo del trabajo y mi mujer me estaba engañando con mi mejor amigo: mi perro Toby. Fue un golpe durísimo. Fui a un bar y me emborraché, cuando salí, manejando borracho, choqué a un senador nacional y lo dejé cuadripléjico. Me mandaron en cana y ahí me sometieron sexualmente unos catorce presos del Pabellón 7, e hice el amor con otros cinco porque eran muy amables. Por esos días vino Cacho Castaña a golpear la reja de la celda, con cara de pocos amigos. Y bueno, por uno más. Ahí rompí la maldición y todo se solucionó porque resulta que el senador nacional que atropellé en realidad era un extraterrestre infiltrado en el mundo de la política para promover una invasión alienígena. Salvé al planeta, me dieron una medalla, medio millón de pesos, y una noche a pleno con la presidenta Cristina para olvidar todo lo que me pasó en la cárcel”.

Alberto Pachinoteikos, Manhattan
“Yo, como todo descendiente de griegos era un hombre sin eskrópulus y no me importaba nada de nada, así que cuando me enteré de esa maldición de la canción “Setiembre del 88”, la escuché a propósito para ver que pasaba. Y era verdad nomás, justo después de la canción me llamó un tal Cacho Castaño para decirme que había cagado. No le di bola, pero desde esos días mi buena estrella me abandonó y me pasaron cosas como éstas: un grandanés se comió a mi cocker, tuve leucemia cuatro veces en dos semanas, me crecieron seis dedos en la espalda, una banda de yakuzas me perseguía porque les debía plata, después la deuda la tenía con la mafia rusa y me atacaron tres tigres que se escaparon del “Centro de Adiestramiento en Violencia Extrema y Artes de Guerra para Tigres con Problemas de Conducta”.
Cansado de tantos males, desesperado, hice de tripas corazón y decidí ceder a los deseos de Castaño. ¡Y Santo Remedio! Al toque me empezó a ir bien y me convertí en estrella de Hollywood. Ahora me conocen como Al Pacino”.

Después de escuchar toda estos testimonios, me di cuenta que sólo hay una salida: confundir a Cacho Castaña. Así que armé un muñeco lo más parecido a mí posible, para que el reciba la descarga viril de Cacho Castaña. En caso de que eso no funcione, a no preocuparse, porque tengo un Plan B, tal como se ve en la foto. “Andá cantarle a Magoya, Castaña”.