27 julio 2009

EL MANEJO DEFENSIVO

Hace unos cuantos meses abordamos una problemática que nos afecta a todos: los accidentes de tránsito.
Lo cierto, es que por aquel entonces, mi amigo y colaborador personal el Licenciado Amaranto Termidor, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid supo diagramar una extraña teoría que fue presentada aquí en Con V de Mondiola, la cual intentaba reducir los accidentes de tránsito al mínimo. La teoría formulada era la siguiente: “El 100% de los accidentes de tránsito se produce en la calle. Es así, que mientras más tiempo pasamos en la calle, mayor es la probabilidad de sufrir un accidente de tránsito. Por otra parte, mientras más rápido conducimos, menos tiempo estamos en la calle; o sea, a mayor velocidad, menor el tiempo de exposición y entonces, menor la probabilidad de accidentarse. Por otra parte, los estudios revelan que el 35% de los accidentes los ocasiona gente que ha consumido alcohol, así que los que no consumen alcohol, ocasionan el 65 % del total de accidentes. Conclusión, para evitar accidentes, hay que ir a fondo y en pedo”.

Luego de formular este controversial postulado, el Lic. Termidor consiguió que una destilería de brandy inglesa financiara su experimento y así partió hacia Londres, decidido a comprobar la veracidad de su teoría. Lamentablemente, su hipótesis era contundente en la teoría pero no en la práctica, y al cuarto día de pruebas, el Lic. Termidor fue arollado simultáneamente por dos colectivos y un coche patrulla. Por suerte, no está tan mal como uno puede suponer y los médicos son optimistas; es probable que un par de años recupere el habla y en una década la motricidad de sus miembros inferiores.
Lo cierto es que a raíz de este experimento fallido, el Lic. Termidor recibió el ataque de la comunidad científica internacional, aunque para mí, la tentativa se malogró al no tener en cuenta que allá conducen del otro lado.
Bueno, la cosa es que antes de que ocurra este desgraciado accidente, el famoso catedrático no se olvidó de mí y me envió un informe titulado “Mejor prevenir que comprar remedios porque están caros” donde aborda nuevos aspectos de la problemática de los accidentes de tránsito y brinda algunos consejos para llevar adelante el “manejo defensivo” una nueva teoría en la que estaba trabajando, para evitar accidentes. A continuación, la parte más potable del informe:

Distancia entre autos: Tanto en ruta o en ciudad, se deben mantener al menos dos segundos de distancia con el vehículo que va detrás nuestro. La forma práctica de calcular esto con precisión es clavando los frenos imprevistamente y contar mentalmente hasta sentir el impacto del otro vehículo en el paragolpes trasero. Si son menos de dos segundos, acelerar; si son más, disminuir la velocidad. Reitere el procedimiento para estar seguro.

Espejos retrovisores: Vitales. La forma adecuada de regular los espejos retrovisores es de manera que se puedan ver los laterales del auto. Lo ideal es manejar mirando por los retrovisores y a su vez colocar dos contraretrovisores a la altura de las puertas traseras, para ver si viene alguien de adelante.

Choque frontal: Lo mejor es evitarlo. Si no se puede, trate de acelerar al máximo, para que la fuerza del impacto se traslade al otro vehículo... salvo que el otro vehículo sea un camión o una topadora, con lo cual, lo mejor es ser un tipo religioso.

Prevención de choque frontal: Muchas veces, al ir manejando por la ruta, intuimos que el vehículo que viene enfrente nos va a chocar. En esos casos, lo mejor es no arriesgarse. Por eso, lo aconsejable es tomar la iniciativa y encararlo con el auto, aumentando paulatinamente la velocidad. De esta manera, es probable que atemoricemos al demente conductor y lo obliguemos a tirarse a la banquina y desistir de su criminal intención de chocarnos.

Frenos: Completamente innecesarios. Estudios recientes confirman que frenar aumenta las probabilidades de que nos choquen de atrás, así que lo mejor es evitar frenar. Incluso, expertos aseguran que es mejor viajar con los frenos cortados o en mal estado. Es preferible un choque lateral o un derrape a andar frenando y poner en riesgo la vida de terceros.

Luces de giro en rutas y autopistas: Inútiles. En la gran mayoría de los casos, las luces de giro no logran distinguirse. Lo mejor entonces es encender bengalas de colores, las cuales deben arrojarse sobre el capó del vehículo de atrás, para alertarlo sobre la intencionalidad de giro.

Matafuegos: Lo ideal es llevar dos. Uno lleno y el otro vacío. El lleno, para ante una emergencia, sofocar el foco ígneo. El otro, vacío, al ser más liviano, puede servir como arma defensiva ante un eventual ataque de otro conductor. También, ante esta eventualidad, es aconsejable llevar un arma de fuego, preferiblemente a repetición y de gran calibre.

Explosivos: Indispensables. Nunca sabemos cuando necesitaremos de gran poder de fuego. En la ruta hay de todo, incluso terroristas o extraterrestres y lo mejor es acabar con ellos antes de que cometan alguna locura. Para el caso, es preferible circular con el baúl cargado hasta las pelotas de dinamita o TNT.

15 julio 2009

“MUERO CONTENTO, HEMOS BATIDO AL ENEMIGO”

Fue un 3 de febrero de 1813, cuando las tropas de José “Cañoñazo” Rondeau y José Gervasio Artigas, alias “el patillas”, sitiaron por tierra la ciudad de Montevideo, capital provisional del Rio de la Plata y principal base naval española en el Atlántico Sur. Así como estaban, los realistas comenzaron a correr de acá para allá adentro del cuartel, gritando “ay, ay, ay”, “madrecita ayudame” y “ahora nos van a reventar a todos”.
Tras unos días de griterío en la “jaula de las locas” como ya le decían al cuartel de los españoles, los soldados comenzaron a sentir el rigor del hambre y tras haberse devorado sus pocas provisiones, comenzaron a experimentar con el canibalismo. Sin embargo, para el prestigioso historiador Francisco “Pancho” Termidor, esta versión carece de fundamentos epistemológicos. “No se trataba de canibalismo –explica el catedrático- Eso de andar lamiéndole el pene al compañero de armas es lisa y llanamente una mariconada”.
Maricones o muertos de hambre, fuera como fuere, los realistas, acuciados por la hambruna, comenzaron a concretar pequeñas y rápidas escaramuzas ascendiendo por el curso del río Paraná, para robar ganado, reabastecerse “y hacer el amor entre ellos escondidos en el monte, como buenos maricones que eran los realistas”, señala Termidor.
Pero ese 3 de febrero, el entonces Coronel de Caballería José de San Martín, al frente de 125 valientes del Regimiento de Granaderos a Caballo, decide acabar con los operativos comando de los realistas y con sus deshonrosos encuentros en el monte, y seguirlos desde la costa por el curso del río, para sorprenderlos con las manos en la masa o, como bromea Termidor, “con las manos en el bulto del Sargento y meterles un bayonetazo por el culo, realistas del orto”.
Para la misión, San Martín armó a sus valientes, entregó órdenes a sus subordinados, se lustró las botas y le hizo pintar dos franjas celestes paralelas a su caballo blanco, que lo recorrían desde la crin a la cola. Cuando todo estuvo listo, el regimiento partió rumbo a la posta de San Lorenzo, unos 26 km al sur de Rosario, lugar donde se hallaba el Convento de San Carlos, que sirvió de escondite a los granaderos para repeler el ataque realista.
Sin saber la que les esperaba, los españoles desembarcaron y avanzaron hacia el convento con intenciones de saqueo, suponiendo que allí estaban depositados los principales bienes de la zona. Como estaban contentos con sus fechorías, cantaban canciones de nena, iban jugando a la rayuela, y se daban palmaditas en las nalgas mientras se miraban raro y se sacaban la lengua entre ellos. “Eran todos putos los realistas, por eso los gallegos nunca ganaron un mundial”, afirma Termidor.
Mientras la escuadra gallega avanzaba hacia el convento, los granaderos de San Martín, sable en mano, le salieron al encuentro al grito de “¡Peleen putos!”, en un arrojado “operativo cerrojo”. Según detalla Termidor, “ante la aparición de San Martín y sus granaderos, muchos de los realistas salieron corriendo como las nenas que eran, pero muchos otros, maravillados por la apostura y la gallardía de los soldados argentinos, hipnotizados por el colorido de su uniforme y adivinando la potencia atronadora de su entrepierna, se rindieron enseguida y pidieron ser encerrados desnudos en los calabozos. Una vergüenza para el oficio de las armas.”
Pero antes de que finalice la gloriosa batalla que significó el bautismo de fuego del Regimiento de Granaderos a Caballos (único desarrollado en territorio argentino) sucedió un acontecimiento que fue recogido por las páginas historia nacional: en el fragor de la batalla, una bala hiere al corcel del Coronel San Martín, que al caer, atrapa a su jinete impidiéndole todo tipo de movimiento. Según las investigaciones de Termidor: “Observando al Coronel caído, el Paco y el Manolo, dos realistas que eran pareja, apuntaron de común acuerdo sus bayonetas al heroico torso sanmartiniano para ensartarlo, y tomar el poder e instaurar una monarquía gay en territorio nacional. Sin embargo, el soldado raso Juan Bautista Cabral (el grado de Sargento le fue otorgado post morten, y muchos dicen que jamás le fue otorgado), un correntino masculino hasta la médula, que no paró de enhebrarse chinitas en su adolescencia, adivinó la artera maniobra del Paco y el Manolo, se echó un pique corto y les hizo una “doble talón” a los maricones, logrando derribar a ambos con sus masculino ímpetu. Sin embargo, el pobre Cabral tuvo mala leche y con el envión, se clavó la punta de la bayoneta en el hígado”.
Cae así Cabral, el valeroso, rodilla en tierra, herido de muerte, mientras con ojos llenos de lágrimas de gloria veía como la batalla se decidía a favor de los granaderos. San Martín, emocionado su pecho y ya libre del peso de su corcel, se acerca a Cabral para ayudarlo, pero se da cuenta que la herida es mortal y nada puede hacer por su salvador, excepto otorgarle la gloria antes de su partida.
San Martín: Hijo, me salvaste, sos un héroe.
Cabral: No pasa nada valiente Coronel, su vida vale más que la mía. Es un trueque justo para la patria. Algún día, usted libertará esta tierra del yugo español, haciendo libres por lo menos a tres países, ponele que Argentina, Chile y Perú…
San Martín: Ojalá hijo, ojalá…
Cabral:… y eso no es todo, también será un héroe nacional, tendrá una hija a la que llamará Merceditas y morirá viejo en Francia, en Boulogne Sur Mer…
San Martín: ¿Qué sos, Nostradamus vos?
Cabral: … muero Coronel, por eso digo pavadas…
San Martín: si, ya veo, te sale un chorro de sangre del hígado… pues por eso mismo hombre, que la historia no lo recuerde haciéndose el adivino, digo al lindo para que lo canten en alguna marcha en los colegios… algo que inspire a los alumnos…
Cabral: …me cacho en diez…
San Martín: ….(¿?)…
Cabral: ¿no está buena? … ya sé… una frase copada… “Todo lo que necesitas es amor”…
San Martín: Hijo mío, si seguís boludeando te clavo el sable corvo en el empeine…
Cabral: ¿y si me hecho un sapucay?
San Martín: No, no da, la patria debe ser Federal…
Cabral: bueno, deje nomás, me quedo sin frase, al menos muero contento, hemos batido al enemigo…
San Martín: ¡Esaa pibe esa! ¡Qué frase papá! Muy buena, muy buena…
Cabral: … aghhhhhhhhhhh….
Así sucedieron los hechos, la Patria es testigo.

13 julio 2009

He-Man tenía un medio hermano y lo mató impunemente

Post en honor al Negro Portman, que cumplió años el 7 de Julio.

Hace un tiempo, convoqué a un grupo de historiadoras eslovacas para que reconstruyeran mi árbol genealógico, ya que tengo la leve sospecha de que soy descendiente directo de Cristóbal Colón, aquel apuesto navegante genovés que en 1492 descubrió América, por lo cual, por derecho, me pertenece todo ese territorio. Así que una vez que las chicas comprueben legalmente mi filiación, se las toman todos de mi propiedad, que yo no estoy para mantener vagos.
La cosa es que siempre después del trabajo, las chicas se acercan hasta mis aposentos, a platicar acerca de Spengler, Maltus, Kierkegaard, Nieztche y Schopenhauer, a beber vodka y a contemplar unos cuadros de Kandinsky. Así, en esas reuniones, entre trago y trago, las chicas hicieron a un lado el secreto profesional y me comentaron que hace unos años habían sido contratadas por un anónimo para investigar un caso bastante particular acerca de la historia del Reino de Eternia, donde comprobaron fehacientemente que el popular He Man tenía un medio hermano llamado Telesforo, El Deficiente.
Obviamente, la historia captó inmediatamente mi atención y les solicité encarecidamente que me revelaran su núcleo, que aquí pongo a vuestra disposición.

La historia de Telesforo
Todo transcurre en el Reino de Eternia, que por esos días era gobernado por los recién casados Randor y Marlena. Como todos saben, Randor era un tapón miserable que se la pasaba babeando y moqueando; mientras que la que llevaba los pantalones era Marlena, la Reina, quien además, guardaba unos pequeños secretillos sin importancia (como que tenía onda con Manatarms); y una verdadera bomba: tenía un hijo, producto de una adúltera relación sexual con Skeletor, en un cumpleaños que festejaron en el castillo de Gray Skull, en la época en que todos eran amigotes. Así fue como Marlena apareció con el horno lleno de humo, mientras un boquiabierto Randor no comprendía como había sucedido aquello si ambos todavía eran castos, según las costumbres reales de Eternia, de dejar pasar al menos un año de matrimonio, para consumarlo en el lecho nupcial.

En tanto, la Reina, suponiendo que el necio Randor descubriría la verdad tarde o temprano, ideó una hábil estratagema y le dijo “Es que tu, oh vigoroso amado mío, eres tan fértil, que sólo con mirarme me has preñado”. Durante varios meses previos al parto, Randor continuó convencido que su mirada tenía fecundos poderes, así que pasaba el rato mirando fijo a las plebeyas, creyendo así embarazar a las vasallas del reino. “Es mi deber como Rey poblar la comarca”, se repetía mentalmente.
Lamentablemente el diablo metió la cola, en este caso Skeletor, quien al enterarse que iba a ser papá, le mandó una nota a Randor, explicando con gráficos muy sencillos el proceso de concepción de la vida y adjuntando pruebas científicas inobjetables de que la visión no posee facultades para embarazar a la gente. Desconcertado, Randor enfrentó a la reina Marlena exigiéndole la verdad y ella, quebrada emocionalmente, confesó que había flaqueado bajo el huesudo encanto de Skeletor. Lleno de dolor y de ira, Randor pidió unas horas para pensar el asunto. Tres semanas después, se presentó ante Marlena con su decisión ya tomada: le harían la guerra por siempre a Skeletor y ellos harían de cuentas que nada sucedió; mientras tanto, el pequeño vástago, una vez que naciese, debía ser confinado a una torre, con una máscara de hierro en su rostro para no ser reconocido jamás... no no no, así no era, ah... ya me acordé, el pequeño sería criado en el palacio como si fuera el hijo huérfano de la cocinera, a la que mataron para dar mayor credibilidad al asunto. Así vino al mundo, un 7 de julio, el pequeño Telesforo, a quien apodaron El Deficiente, para acentuar aún más su humillación. Y así se cerró aquel asunto.
Dos años más tarde, llegaron He Man y Shera (que está rebuena, me caigo y me levanto) los gemelos del poder, hijos naturales de Randor y Marlena que, desde siempre, trataron al pequeño Telesforo como si fuera un trapo del piso. Lo culpaban de sus travesuras, se burlaban de sus extrañas proporciones físicas, le arrojaban pimienta prendida fuego a los ojos, lo hacían vomitar a patadas, lo ataban a un árbol envuelto en papel aluminio en las tormentas eléctricas y lo vejaban hasta que, con lágrimas en los ojos, juraba preferir la muerte frente a tanta atrocidad.
El que más se enardecía con Telesforo era el propio He Man, esa trastornada bolsa de esteroides y anfetaminas que, galopando en pelotas sobre un tigre desquiciado, con una cruz templaria enraizada en su pecho, iba gritando como bárbaro “Ya tengo el poder”, al tiempo que se apretaba los testículos.

Bien, sigo con la historia. La cosa es que entre piñas y planazos de espada, continuó la infancia y la adolescencia del joven Telesforo hasta que un día, su padre natural Skeletor, lo secuestró y le contó la verdad, asegurándole que él, al ser el primogénito de la reina, tenía derecho natural al trono. En realidad, Skeletor no tenía el menor interés en recuperar a su hijo, pero como buen crápula que era, había entendido que si Telesforo tomaba el poder, se unificaría el reino y él gobernaría para siempre. Así le gritó la verdad en la cara a Telesforo, que pobrecito, era poco iluminado y mucho no entendía. Pero cuando Skeletor amenazó con martillarle los pezones con una masa de carnicero, la luz se hizo en su estrecha mente y comprendió la verdad. Y lloró. Lloró como jamás había llorado (salvo aquella vez que He Man le quebró las piernitas). Lloró hasta que decidió recuperar sus dominios. Volvió al palacio, se plantó ante sus verdaderos padres y les reclamó su parte del reino. Randor y Marlena se miraron, se rieron, lo miraron y lo conminaron a ir a pelar tapioca (lo que en su equivalente semántico castellano quiere decir “dejate de joder, borrate boludito”.

Advirtiendo que nada lograría de sus padres, resolvió tomar el toro por las astas. Así se plantó frente a He Man y le cantó las cuarenta, exigiéndole la espada del poder. He Man dijo que no, que ni loco le daba la espada a un tipo que a los treinta años todavía meaba la cama. Embravecido, Telesforo aunó toda su ira acumulada en años de atropellos y humillaciones y, supremo como el príncipe que era, desafío a He Man a un duelo a muerte. La fatalidad le llegó seis segundos más tarde, cuando He Man le quebró el tabique de un planazo, lo ahogó con su propia sangre y arrojó sus restos al tigre ese que tiene. Así murió Telesforo. Pero no importa. Te seguiremos recordando Real Príncipe de Eternia. Desde ahora celebraremos cada 7 de julio en tu honor.