02 febrero 2011

Ajá, si, mirá, acá, de nuevo, se hace el choto, como si nada, y vuelve, y ni una palabra de adonde estuvo, de que le pasó, de por qué lo encerraron en esa clínica, de cómo se fugó, de cómo lo agarraron y de cómo lo largaron con un agujerito en el lóbulo frontal y de nuevo en sociedad, desorientado, aturdido, confuso, con una katana samurái en la mano, una lata de maiz en la otra, y arco con un carcaj de flechas en la espalda, entrando al sepelio de Juan El Huevo, un amigo de la clínica, que murió en un trágico accidente, al caerse de la manija de la heladera mientras practicaba “Helanderismo”, con la intensión de llegar al congelador, para congelarse, “… para cuajarme de manera permanente, como Walt Disney, y ser despertado en un futuro no muy lejano por los científicos de la Comunidad del Huevo, cuando este sea un mundo mejor, donde los huevos podamos ser huevos toda la vida, y no vernos obligados a convertirnos en pollo o en crema pastelera o en huevo frito. ¡Que yo soy un huevo! ¡Mi padre fue un huevo y mi hijo es un huevo! ¡Mi nombre es un huevo! ¡Vivo como un huevo y si muero, quiero morir como huevo! ¡Y claro… todos ustedes me chupan un huevo”, señaló en la nota de su puño y letra, que dejó pegada en un imán en la heladera. Fuertes, fuertes y confusas palabras.

Así que eso, que entré en el velorio después de la lobotomía y con el papelito en la mano que decía que ya está, que ya no soy un peligro para la sociedad ni para mí mismo, ni para la señora esa a la que le tiré con un parlante desde el balcón (disculpe doña, pero con ese sombrero la confundí con el Papa), y me puse a pensar en lo de siempre, en los misterios insondables de la vida, en los ovnis, en la malla roja que usaba Chetara en los Thundercats, en el secreto de que el bizcochuelo “levante”, y sobretodo la insoportable levedad del huevo de cáscara blanca, marroncita o verde celestón, que, inexorablemente, dejará su burbuja de líquido amniótico, donde es feliz rodeado de sí mismo, en un abrazo magistral de la existencia gelatinosa, lo que para nosotros, los humanos mortales y efímeros, es algo así como dormir la siesta en invierno, abrazados al perro y con lluvia golpeando en el techo de chapa.

Pero bueno, se murió ese huevo, Juan El Huevo y todos estábamos tristes en el velorio, aunque siempre te encontrás con uno y con otro, y claro, salen los temas de siempre, los tópicos de interés general, como Información y Comunicación: ponele cincuenta de soda y cincuenta de vino” ó “Silvio Berlusconi: anverso, reverso y cayó de canto de una misma moneda”. Pero bueno, la cosa es que el velorio terminó y salí pa las casa, así que me calcé mis Reebook Traintone y me fui prudentemente hasta mi chalé, con la intención de no hacer

ruido al llegar, para no despertar a la mujer foca, que claro, con todo esto de la internación y demás, no quiere que salga de noche, y claro, tratando de evitar el chirrido de la puerta de entrada, decidí pasar por el patio del vecino y entrar por el fondo, pero claro, el aire fresco de la noche me había entumecido el aparato musculoesquelético y me patiné y caí.

De un salto me levanté, enloquecido por la ira y la humillación, (y quizá un tanto excitado por la media copita de cognac que había probado en el velorio por insistencia de la viuda), me saqué el arco y le empecé a tirar flechazos a una planta de naranja lima que el tipo tiene el patio, mientras rojo de ira gritaba “Bajate Totoca, bajate de ahí que te vas a caer!”.

Y claro, el vecino se despertó y desesperado me empezó a gritar que me iba a denunciar, que yo estaba loco, que me “VOLVIERA A MI PAIS”.

Ah no, eso no papá. Yo la crítica constructiva la encajo bien, pero no la xenofobia. Que yo estuviera borracho con una disparando flechas alucinado al árbol de su patio no es justificación para que el chabón se haga el pistola y me trate de indocumentado, no señor. Pero bueno, hay que poner la otra mejilla, así de ingrato es el mundo. Igual, capaz que me había pasado un poco y decidí irme y desaparecer por un tiempo prudencial, así que antes de irme, en una maniobra histórico-defensiva, sólo atiné una tímida y enigmática defensa diciendo “Si Tupac Amarú y Shaka Zulu se agarrarían a piñas, gana Tupac porque es un chabón pulenta. Y después se va a cenar con Shakira y Piqué, porque son wakamigos”.

Bien, la cosa es que no sabía donde ir, así que decidí pasar de mis amigos, las tortugas ninjas, a quienes conozco desde antes de la transformación mutante. La cosa es que pasé por ahí buscando cobijo y justo estaban Donatello, Rafael y Leonardo.

Bueno, ya habrán adivinado, yo soy Miguelángel, el cuarto tortuga ninja. Y puedo probarlo. Acá nos sacamos una foto todos juntos. Yo soy el que está disfrazado. De todas maneras, de vez en cuando hago una changuita con ellos y me pongo el caparazón. Pero anoche era noche de loca, de esas que dan para ver que onda así que les dije “Turtles, come on, go to destroyer the nigth” y salimos de fiesta.

Recordando viejasépocas, nos fuimos a casa de April y como no estaba (hacen un curso de reparación de televisores con el Maestro Splinter), nos fuimos a comer unas pizzas y a tomar ferné. Lamentablemente, Donatello, así calladito como lo ven, es una tortuga de mal beber y cuando se chupa un poquito, se altera y le pinta el bardo. Y yo no sé bien que onda, pero en eso el mozo le vuelca un mínimo de ferné en el caparazón y Donatello se puso como loco, se levantó, le hizo un bakuro puchachagui en el mentón y le entró a dar con el palo ese que lleva. Encima Rafael, que le gusta el quilombo

como loco, sacó una daga, se la puso en el cogote a una moza y amenazó “Denme la guita o acá salen todos sangrando. ¡Podeeeer Tortuuuuuga!”. Mientras tanto Leonardo, que es un tipo al que el alcohol le pega bien, estaba subido arriba de una de las mesas, cantando una versión hardore de “A tomar el té” de Nino Bravo.

Como estaban las cosas, todo se iba a poner feo. Por suerte, llegaron los Mossos d´esquadra y pararon el quilombo. Como somos famosos, no nos arrestaron,

fue un simple llamado de atención. Ahí las tortugas se fueron a dormir y bueno, a mi me agarraron ganas de escribir de nuevo a ver que onda, ando medio oxidado, pero bueh, ya va a mejorar.

3 comentarios:

Yo dijo...

Por fin MIG!
Valio la pena la espera

mig dijo...

Gracias Yo, o gracias a Mi, no sé, el tema de los pronombres personales nunca me quedó muy claro!

Anónimo dijo...

Recién me entero del regreso. Ah usted es el Céline de los blogs.