YA NO TENGO MORAL, LO ADMITO...

¡¡¡Tengo problemas sexuales con mi pareja!!! Entérese de todo el chusmerío. No me guardo nada, cuento todo. Periodismo de alto impacto emotivo. La decadencia de un periodista arruinado que hace de todo para llamar la atención.
¡¡¡Documento Im-per-di-ble!!!

En mis muchos años de periodista, jamás he utilizado un espacio de comunicación para tratar asuntos personales (salvo para pedir dinero en algunas ocasiones especiales). Pero esta vez es diferente, porque me voy a apartar a la ética (como tantas otras veces ¡alabado sea!) para compartir con ustedes una problemática que me inquieta desde hace tiempo y que a continuación paso a explicar: desde hace algún tiempo, con una de mis parejas (saben ustedes que soy polígamo) tenemos serias dificultades para armonizar en el plano sexual.
Al parecer, la señorita X (ella prefirió el anonimato para salvaguardar su buen nombre y honor) ya no se siente atraída hacia mí, según me manifestara personalmente la última vez que nos vimos.

Obviamente, eso es un dislate que nadie tomaría en serio, teniendo en cuenta que soy uno de los seres más atractivos del planeta. Sin embargo, soy muy sensible a los agravios y sus pérfidas palabras minaron mi autoestima.
Primeramente, pensé que las causantes de esta desgracia eran sus amigas, esa mezcla de chacales y hienas que se divierten despellejándome vivo y calumniando mi honestidad. Todo el día dale que dale diciéndole que yo soy un vividor y un fracasado y que no valgo como hombre. Es así que tomé la determinación de atropellarlas con el auto, pero después recapacité y me di cuenta que eso me dejaría expuesto ante la ley.
Es así, entonces, que aprovechando mi audaz intelecto, me he dispuesto analizar el problema de la señorita X (quién podría negar que tiene un problema), llegando a la siguiente conclusión: ella sufre un marcado complejo de inferioridad hacia mí y un déficit vinculatorio a causa de estrés crónico que la inhibe de disfrutar de mi compañía.

Satisfecho con los resultados obtenidos, la busqué y le hice saber mis deducciones y ella, envés de arrojarse a mis pies y agradecerme, me gritó que era un “enfermo peligroso”, que “por favor la dejara en paz”, que tenía “mucho miedo” y encima negó rotundamente que mis deducciones fueran ciertas, desechando mis teorías y atribuyendo su inapetencia sexual a vagos y confusos argumentos esgrimidos entre la niebla de la discusión, como por ejemplo: porque no me baño desde hace días; porque miento, porque me emborracho y le tiro cascotes, porque orino en el lavabo, porque soy un haragán, porque no tengo un trabajo honesto, porque escupo al lado de la cama, porque me limpio los mocos con la frazada, porque tengo hongos en el cuerpo, porque ando con el mismo calzoncillos desde que nos conocimos, porque le miro las bubys a sus amigas, porque escupo cuando hablo, porque eructo cuando tomamos tereré, porque me afeito los sobacos con su depilady, porque le robo dinero, porque le choqué la moto y nunca la arreglé, porque le pego a su hermanito, porque jamás me lavo los dientes, porque prendí fuego su ropa interior para demostrar una teoría, porque hurgo en mis orejas con las patitas de sus gafas de sol y cosas por el estilo, que no tienen ningún sustento teórico ni mucho menos un aval científico.
En cambio, a mí teoría, un informe científico le da la razón. Mirá mi amor: “Aumentan los casos de falta de deseo sexual en las mujeres. La razón principal es que la mayoría padece estrés debido a su alto nivel de exigencias”. Viste mi amor, es el “estrés” el que te quita el deseo hacia mí. Viste como sos, siempre echándome la culpa, por eso lo nuestro no funciona. No soy yo, sos vos. Aparentemente, los especialistas coinciden que “el problema principal de las mujeres es el deseo sexual inhibido: no tienen ganas, no disfrutan. Algunas incluso la pasan realmente mal” ¡¡¡Como vos amor!!! Viste que no era mi culpa, bueno bueno, igual te perdono.

A otra cosa mariposa, pero vamos a seguir con eso del informe, porque no coincido con algunos datos expuestos por la Dra. Resnicoff (¿doctora en qué?) porque ella dice que “este estrés es producido por el exceso de trabajo, el cansancio y las complejidades de la vida cotidiana nos alejan cada vez más de la sexualidad. Hemos ido perdiendo juegos, galanteos, tiempos y rituales imprescindibles para la aparición del deseo, que es el motor de la excitación. La mujer ha ganado espacio en el plano laboral y eso le impide dedicarse al amor".
Yo no sé en que academia estudiaste vos, Resnicoff, pero te digo una cosa: no sabés nada de nada. ¿Cómo es eso de que porque están cansadas ya no tienen ganas? ¿De dónde sacaste eso? ¡¡¡Burra!!! ¡Incompetente!Mirá Resnicoff, dejame contarte una historia: Mi madre, mi santa madre, crió tozudamente a cuatro críos (tres nenas y yo, el machito), mientras lavaba, planchaba, chateaba, cocinaba, trabajaba, pintaba la pared, cortaba los yuyos, hacía el revoque del tapial, tiraba abajo la medianera, volvía a levantar la medianera, cuidaba al perro y barnizaba los muebles estilo rococó. Y encima tenía tiempo y ganas para que cuando llegara mi papi de tomar ginebra con los amigotes, la encontrara linda, arregladita y bien dispuesta, como debe ser. Así que mejor andá a estudiar Resnicoff, y vos yegua, agarrá la olla y ponete a cocinar o te rajo la cabeza con una tabla.