17 marzo 2007

UUUUHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!

¡¡¡Documento Exclusivo!!! Conmoción en el Palacio de Gray Skull. He-Man tenía un medio hermano y lo mató impunemente para quedarse con el Reino de Eternia. No hay derecho che. Conozca la verdadera historia del hermano de He Man, Tarpald El Deficiente.

Hace un tiempo, convoqué a un grupo de historiadoras eslovacas para que reconstruyeran mi árbol genealógico, ya que tengo la leve sospecha de que soy descendiente directo de Cristóbal Colón, aquel apuesto navegante genovés que en 1492 descubrió América, por lo cual, por derecho, me pertenece todo este territorio.
Así que una vez que las chicas comprueben legalmente mi filiación, se las toman de mi propiedad, que yo no estoy para mantener vagos.
La cosa es que siempre después del trabajo, las chicas se acercan hasta mis aposentos, a platicar acerca de Spengler, Maltus, Kierkegaard, Nieztche y Schopenhauer, a beber vodka y a contemplar unos cuadros de Kandinsky que compré la semana pasada. Así, en esas reuniones, entre trago y trago, las chicas hicieron a un lado el secreto profesional y me comentaron que hace unos años habían sido contratadas por un anónimo para investigar un caso bastante particular acerca de la historia del Reino de Eternia, donde comprobaron fehacientemente que el popular He Man tenía un medio hermano llamado Tarpald, El Deficiente. Obviamente, la historia captó inmediatamente mi atención, así que les solicité me revelaran su núcleo, a lo cual accedieron a cambio de que les enseñara a hacer el amor, a lo que no pude negarme, claro está, siempre en nombre del conocimiento universal
E aquí un resumen de la historia de Tarpald:
Todo transcurre en el Reino de Eternia, que por esos días era gobernado por los recién casados Randor y Marlena. Como todos saben, Randor era un tapón miserable que se la pasaba babeando y moqueando; mientras que la que llevaba los pantalones era Marlena, la Reina, quien además, guardaba unos pequeños secretillos sin importancia (como que tenía onda con Manatarms); y una verdadera bomba: tenía un hijo, producto de una adúltera relación sexual con Skeletor, en un cumpleaños que festejaron en el castillo de Gray Skull, en la época en que todos eran amigotes. Así fue como Marlena apareció con el horno lleno de humo, mientras un boquiabierto Randor no comprendía como había sucedido aquello si ambos todavía eran castos, según las costumbres reales de Eternia, de dejar pasar al menos un año de matrimonio, para consumarlo en el lecho nupcial.
En tanto, la Reina, suponiendo que el necio Randor descubriría la verdad tarde o temprano, ideó una hábil estratagema y le dijo "Es que tu, oh vigoroso amado mío, eres tan fértil, que sólo con mirarme me has preñado". Durante varios meses previos al parto, Randor continuó convencido que su mirada tenía fecundos poderes, así que pasaba el rato mirando fijo a las plebeyas, creyendo así embarazar a las vasallas del reino. "Es mi deber como Rey poblar el reino" se repetía mentalmente.
Lamentablemente, el diablo metió la cola, en este caso Skeletor, quien al enterarse que iba a ser papá, le mandó una nota a Randor, explicando con gráficos muy sencillos el proceso de concepción de la vida y adjuntando pruebas científicas inobjetables de que la visión no posee facultades para embarazar a la gente. Desconcertado, Randor enfrentó a la reina Marlena exigiéndole la verdad y ella, quebrada emocionalmente, confesó que había flaqueado bajo el huesudo encanto de Skeletor. Lleno de dolor y de ira, Randor pidió unas horas para pensar el asunto. Tres semanas después, se presentó ante Marlena con su decisión ya tomada: le harían la guerra por siempre a Skeletor y ellos harían de cuentas que nada sucedió; mientras tanto, el pequeño vástago, una vez que naciese, debía ser confinado a una torre, con una máscara de hierro en su rostro para no ser reconocido jamás... no no no, así no era, ah... ya me acordé, el pequeño sería criado en el palacio como si fuera el hijo huérfano de la cocinera, a la que mataron para dar mayor credibilidad al asunto. Así vino al mundo, un 7 de julio, el pequeño Tarpald, a quien apodaron El Deficiente, para acentuar aún más su humillación. Y así se cerró aquel asunto.
Dos años más tarde, llegaron He Man y Shera (que está rebuena, me caigo y me levanto) los gemelos del poder, hijos naturales de Randor y Marlena que, desde siempre, trataron al pequeño Tarpald como si fuera un trapo del piso. Lo culpaban de sus travesuras, se burlaban de sus extrañas proporciones físicas, le arrojaban pimienta prendida fuego a los ojos, lo hacían vomitar a patadas, lo ataban a un árbol envuelto en papel aluminio en las tormentas eléctricas y lo vejaban hasta que, con lágrimas en los ojos, juraba preferir la muerte frente a tanta atrocidad.
El que más se ensañaba con Tarpald era el propio He Man, esa trastornada bolsa de esteroides y anfetaminas que, galopando en pelotas sobre un tigre desquiciado, con una cruz templaria enraizada en su pecho, iba gritando como bárbaro "Ya tengo el poder", al tiempo que se apretaba los testículos.
Bien, sigo con la historia. La cosa es que entre piñas y planazos de espada, continuó la infancia y la adolescencia del valiente Tarpald hasta que un día, su padre natural Skeletor, lo secuestró y le contó la verdad, asegurándole que él, al ser el primogénito de la reina, tenía derecho natural al trono. En realidad, Skeletor no tenía el menor interés en recuperar a su hijo, pero como buen crápula que era, había entendido que si Tarpald tomaba el poder, se unificaría el reino y él gobernaría para siempre. Así le gritó la verdad en la cara al joven, que pobrecito, era poco iluminado y mucho no entendía. Pero cuando Skeletor amenazó con martillarle los pezones con una masa de carnicero, la luz se hizo en su estrecha mente y comprendió la verdad. Y lloró. Lloró como jamás había llorado (salvo aquella vez que He Man le fracturó las piernitas). Lloró hasta que decidió recuperar sus dominios. Volvió al palacio, se plantó ante sus verdaderos padres y les reclamó su parte del reino. Randor y Marlena se miraron, se rieron, lo miraron y le dijeron: "dejate de joder, borrate boludito". Los reyes, ya adictos a las hormonas de mamut, eran irrecuperables.
Advirtiendo que nada lograría de sus padres, resolvió tomar el toro por las astas. Así se plantó frente a He Man y le cantó las cuarenta, exigiéndole la espada del poder. He Man dijo que no, que ni loco le daba la espada a un tipo que a los treinta años todavía meaba la cama. Embravecido, Tarpald aunó toda su ira acumulada en años de atropellos y humillaciones y, supremo como el príncipe que era, desafió a He Man a un duelo a muerte.
La fatalidad le llegó seis segundos más tarde, cuando He Man le quebró el tabique de un planazo de espada, lo ahogó con su propia sangre y arrojó sus restos al tigre ese que tiene. Así murió Tarpald. Pero no importa. Te seguiremos recordando Real Príncipe de Eternia. Desde ahora celebraremos cada 7 de julio en tu honor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jaaaaaaaaaaaa, que bueno, Tarpold!