01 noviembre 2007

ME CASE ME CASE ME CASE!!!

Estoy feliz, feliz, feliz de la vida, chocho de contento, saltando en una pata porque me voy a Mar del Plata en alpargatas.
Así es señores, mi esfuerzo dio frutos y ahora, puedo disfrutar los frutos de mi victoria ¡vacaciones pagas antes de tiempo!
¿Y cómo es que ha logrado cosa tan difícil, maese Míguel? Pues con astucia, ingenio, mucha sangre fría y un conocimiento exhaustivo de las leyes laborales vigentes en la Argentina, algo en lo que me ayudó mucho mi fiel asistente Pampa, que está muy avanzado en su curso de internet y descubrió que existe una ley laboral que obliga a que te den 10 días de vacaciones pagas si te casás. ¡10 días de vacaciones pagas! ¡el sueño de una vida mejor! ¡y encima el sindicato te da hotel y media pensión! ¡La tierra prometida!

“Esto no hay que desperdiciarlo -me dije- ya mismo tengo que conseguir una mujer apta y fértil, de caderas anchas y pechos en punta, capaz de procrear, y convencerla para matrimoniarme”.

Y así, sin más trámite salí a la calle a lo Travolta (mal vestido, pero con un tacho de pintura en la mano) y me dije “busquemos a la que tiene más cara de boby, así cae fácil en las telaraña de la pasión sexual desenfrenada que derivará indefectiblemente en amor o acostumbramiento”. Y justo la vi pasar frente a mi palacete del Barrio Sur, como a cincuenta en una Zanellita roja. Gracias a Dios, varios años de cazar mi propia comida del palomar del vecino, me han dotado de una puntería infalible y el tacho pintura de 5 litros interior voló certero por los aires y describiendo una parábola armónica, la tumbó de la moto. Por supuesto, todos sabemos que un accidente es una excelente oportunidad para entablar una relación amorosa, así que salí corriendo a su rescate al grito de “¡¿Quién fue?! ¡¿Quién fue?!” mientras ponía duros mis bíceps y pectorales, y danzaba hipnóticamente a su alrededor, en mi versión adaptada de la danza de apareamiento del mono capuchino.

Obviamente, no voy a revelar los detalles de mi conquista porque un verdadero mago no revela sus trucos. Sólo diré que, luego de satisfecha la pasión en mi lecho, tuve que darle un par de electroshock para reanimarla, ya que manifestó que ya no valía la pena vivir en el mundo terrenal, pues había visto el paraíso.

La cosa es que ahora, mientras ustedes están leyendo éstas páginas, yo ya me casé. Y estoy muy feliz, porque logré ¡10 días de vacaciones! Ya sé, ya sé. Muchos piensas que mi alegría es un poco egoísta, porque millones de mujeres desconsoladas en todo el mundo lloran y se autoflagelan porque colgué los botines y salgo de Primera División para jugar los domingos en la Liga Barrial. Pero igual, pienso en ¡10 días de vacaciones! y me emociono.
Otra que se puso medio triste con lo del casamiento fue mi madre, ¡mi santa madre! En realidad, primero se puso muy contenta y me dijo “¡Basura! –con lágrimas en los ojos- no puedo creer que te vayas a ir de esta casa de una buena vez por todas. Es lo primero bueno que haces en tu vida, pedazo de porquería.”.

Lamentablemente, después le expliqué que en realidad no iría a vivir con mi flamante esposa, sino que era un matrimonio por conveniencia. En ese momento, mi pobre madre sintió como si un taladro hidráulico golpeara su pecho peludo, a la altura del tatuaje de dos marineros finlandeses desnudos jugando al billar en un bar nórdico. Y ahí hizo algo que me sorprendió muchísimo, porque mientras yo esperaba que saque una espada flamígera envenenada con curaré y comience a perseguirme por el patio para cortarme las piernitas, ella desistió de su habitual actitud beligerante, cayó de rodillas con los brazos abiertos y con lágrimas en los ojos (¡lágrimas de verdad!) elevó la vista al cielo y dijo amargamente “Señor, que he hecho para merecer tanto castigo. Por qué me guardas tanto rencor?”.

Otra que se puso bien triste con lo del casamiento es mi propia esposa. Pobrecita. Como no la pude convencer por las buenas, tuve que mentirle y decirle que en aquella primera experiencia de amor ya le había embarazado y se tenía que casar por obligación, porque en mi familia somos muy tradicionales y conservadores y era probable que si no nos casábamos, nos esperaba el destierro. La pobre, desde adentro de su jaulita (la tengo encerrada y dopada hasta los ejes por las dudas) babeaba contando con los deditos mientras trataba de descifrar el resultado del Evatest que yo mismo adulteré con un fibrón para que pareciera que estaba encinta y obligarla a matrimoniarse.
Y así fue que accedió a casarse conmigo y dijo sí en el Registro Civil otorgándome la bendición de ¡10 días de vacaciones!
Y después del sí, la joda. No tiramos arroz porque no somos ningunos pobres diablos. No señor, en mi casamiento se tiró soja. Después fuimos a la reunión familiar. En realidad no fue tan familiar que digamos porque muchos de mi familia están en la Colonia Montes de Oca, así que invité a gente que encontré por la calle. Así soy yo, espontáneo y simpático. Y después, ¡a Mar del Plata! ¡al hotel del sindicato con media pensión! ¡el viaje de mis sueños!
Lamentablemente, tuvimos un problemita en el viaje, porque mientras iba por la ruta dos, mi novia salió de su paraíso de narcóticos y al enterarse de que había unido su vida a la mía, tuvo un ataque neurótico que derivó primero en un intento de suicidio y luego en un intento de homicidio tal como se ve en la fotografía.
Pero luego todo salió bien, porque cuando llegamos a la costa y mientras estábamos jugueteando en el mar, se acordó de mis tremendas aptitudes de toro reproductor que convencieron a su cuerpecito de las bondades de tenerme cerca de por vida o hasta que el divorcio nos separe. Chau amigos, nos vemos en dos semanas. Me voy a hacer unos miguelitos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

FELICIDADES GENIO!! (esta felicitacion es solamente por convencion social). Recapitule maestro!! de esta decision no hay vuelta atras!! su media naranja se va a quedar con la mitad de su vida!!